A la llegada al lugar del incidente, antes de acceder a
las posibles víctimas, es conveniente emplear unos instantes en realizar una
inspección visual del accidente y de los alrededores en busca de otros riesgos
que puedan poner en peligro nuestra propia vida.
Es fundamental establecer las
medidas de autoprotección necesarias, incluido el uso de guantes para la
prevención de posibles contagios. Sin entretenerse excesivamente preguntar a
testigos, acompañantes, familiares y a la propia víctima sobre lo ocurrido.
Además de esto, al conocer el tipo de accidente sufrido, podremos saber con
bastante aproximación el tipo de lesiones que se han podido producir en la
víctima. Si se trata de un accidente de tráfico, preguntaremos a las víctimas
conscientes sobre el número de acompañantes y sus nombres para conocer el estado
de orientación o conmoción en que se encuentran y, además, establecer una
relación y, si procede, buscaremos otras posibles víctimas en el interior del
baul del vehículo o por los alrededores.
Observar si existe derrame de líquidos
inflamables, materias tóxicas o corrosivas en las ropas de la víctima, objetos
cortantes o punzantes que pueden herirnos. Todo ello servirá para dar una
asistencia eficaz.
A menudo se comete un error al iniciar el contacto con la
víctima y es que nos ponemos a evaluar y nos olvidamos de hablar a la víctima y
preguntarla por sus lesiones. Si al acercarnos a ella nos presentamos como
miembro de alguna Entidad y mantenemos un tono cordial y afable durante la
evaluación, informándola de lo que vamos a ir haciendo, conseguiremos no sólo
colaboración por su parte sino que la inspiraremos confianza al establecer una
relación de trato profesional con ella.
No
olvidar que existen personas que no pueden vernos, oirnos o hablarnos (ciegos,
sordos, mudos, disminuídos, etc.) o, simplemente, que no entienden nuestro
idioma. En estos casos tratar de expresar lo necesario mediante gestos con las
manos.
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